
Date prisa y espera. Tan cerca, pero tan lejos. Todo lo que habías soñado está lo suficientemente cerca para que lo tomes. Pero no lo podes tocar. Queres enseñarle al mundo, pero nadie sabe todavía tu nombre. Te preguntas cuándo, dónde y cómo lo vas a hacer. Sabes que vos podes, si tenes la posibilidad. En tu cara parece que la puerta continua frenándote. Ahora te sentís más y más frustrado. Y estas recibiendo toda clase de esperas impacientes. Vivimos y aprendemos a hacerlo poco a poco. No hay necesidad de precipitarse. Es como aprender a volar o enamorarse. Ocurrirá cuando se supone que tiene que ocurrir.